Desde pequeñas, nuestras mamás han sido nuestras primeras referentes de belleza, estilo y cuidado personal.
Sentadas frente al espejo, las observábamos con admiración: cómo se arreglaban el cabello con paciencia, cómo se preparaban para salir, cómo se daban ese tiempo que parecía casi mágico.
Y en silencio, soñábamos con el día en que también nosotras podríamos lucir igual de increíbles.
Recordamos con cariño esas primeras fiestas:
Tú, mamá, con el cepillo en mano, dándole forma a nuestro cabello con tanto amor como si estuvieras creando una obra de arte.
Cada trenza, cada rizo, cada moño… no eran solo peinados. Eran momentos de conexión, de aprendizaje, de cariño puro.
Hoy que ya crecimos, entendemos que detrás de esos gestos había algo más grande.
Nos enseñaste que arreglarnos no es solo vanidad, es una forma de expresarnos, de cuidarnos, de regalarnos tiempo y amor.
Y no es solo percepción: según un estudio de Psychology Today, el 80% de las mujeres afirma que su relación con el arreglo personal comenzó por imitación a su madre, y que muchos de sus rituales de belleza actuales tienen raíces en la infancia.
La influencia materna no solo forma nuestro estilo, sino que también fortalece el vínculo emocional con nosotras mismas.
En LGLAM celebramos esos lazos invisibles que comienzan frente al espejo y se convierten en recuerdos que nos acompañan para siempre.
Hoy más que nunca, seguimos creando momentos con mamá… cepillo en mano y corazón lleno.